Prestigio y referencia

Los hijos de Rafael Caldera

Cultura y Educación24/01/2025 Por: Eduardo Martínez
Rafael Caldera hijos
Los hijos de Rafael Caldera

Todos somos humanos, con nuestras virtudes y nuestros errores. Es algo que pocas personas entienden. Pero más difícil que eso, es lograr balancear entre esas virtudes y esos errores en la percepción que se tiene de los hombres públicos. Sobre todo cuando ya cumplieron su ciclo vital, y ya no están para defenderse de los juicios políticos póstumos.

Es lo que nos pasa con el presidente Rafael Caldera, a 109 años de su nacimiento y a 16 años de su fallecimiento. Lo que nos da un acumulado de tiempo de 93 años.

Con respecto al presidente Caldera puedo hablar en primera persona. Hay muchas maneras de abordar el tema: cronológicamente, por importancia de las experiencias y vivencias, y hasta finalmente.

Sin embargo, lo voy a hacer por lo que considero mejor: de mayor a menor importancia. Es lo que corresponde.

Rafael Antonio Caldera Rodríguez nació tal día como hoy, un 24 de enero de 1916. Una fecha que nos suena lejana, pero que cuando le conocimos no parecía tanto.

Desde joven irrumpió en el acontecer nacional teniendo en la mira el lograr una Venezuela mejor. Sus convicciones le llevaron por el camino de la Doctrina Social de Iglesia. Era una época en que el positivismo, el socialismo histórico, el comunismo, el liberalismo y el fascismo dominaban la escena política mundial y no daban paso a otras propuestas.

 

A los 20 años (1936) lidera la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la primera organización venezolana de carácter social cristiano, que en 1946 daría nacimiento al Partido Social Cristiano Copei.

 

Desde 1946 hasta 1968, cuando es elegido presidente de Venezuela, Rafael Caldera tuvo una trayectoria lineal, sin desvíos y sin ceder ante prebendas o beneficios de cualquier tipo.

Y es en este punto cuando entro en esa órbita calderiana. Un hito histórico. Por lo menos para mi, y para miles de jóvenes de varias generaciones que luego le acompañarían en su carrera política.

No llegamos todos a la vez. Fuimos llegando de acuerdo a nuestras edades. Desde contemporáneos suyos, hasta jóvenes de la edad de sus nietos.

Me he preguntado muchas veces por qué seguíamos a Caldera, que era lo que nos atraía. Pero también familiares y amigos nos preguntaban, y hasta adversarios políticos lo hacían en son de burla, utilizando epitetos que despertaban en nosotros reacciones -por lo demás- poco pacíficas.

Llegó la hora de tratar de explicarlo. En Caldera -como nos referíamos a él- no solo veíamos sus ideas, es que queríamos ser como él. Estaba en nuestro juvenil ADN político.

Queríamos aprender varios idiomas, como él. Queríamos ser buenos estudiantes, brillantes estudiantes, como él. Y que además, cada vez que hablábamos con él, nos preguntaba por nuestras notas. Nos impulsaba a estudiar, a aprender, a graduarnos, a ser mejores.

También, queríamos discursar como él, escribir como él. En fin queríamos hacer carrera política y “llegar”, como él. Estaba en nuestra vida diaria y en nuestros sueños.

Nos decía que a nuestras edades lo primero era estudiar. Era nuestra responsabilidad.

Es así como Rafael Caldera era nuestro líder, nuestro mentor. Tanto para los que nos antecedían, como los que eran nuestros contemporáneos, como los que vinieron después.

 

Rafael Caldera nos formaba para gobernar.

El qué hacer político es muy duro y cruel. Gobernar, es una experiencia a veces traumática. Y las decisiones que se toman no siempre son del agrado de todos, inclusive, de quienes comenzamos con su liderazgo y hemos estado a su lado por largo tiempo.

En un punto de esta historia, muchos nos separamos. Tuvimos episodios de confrontación. Fueron terribles momentos.

No hay peor cosa que las guerras civiles y las peleas familiares. Con Rafael Caldera nos peleamos políticamente en 1993. Nos separamos. Tomamos caminos distintos. ¿Tuvimos resentimientos? Indudablemente.

Sin embargo, con el pasar de los años fuimos descubriendo que el cariño y el afecto estaba ahí dentro de nosotros. Parte de nosotros, más allá de las diferencias políticas, era un acumulado personal de experiencias, sueños y experiencias compartidas.

¿Cómo no nos dimos cuenta que éramos de alguna manera hijos de Caldera?

Sin lugar a duda lo somos. Y que nos critiquen que somos lo que somos.

Un columnista más de este portal.

 

@ermartinez

Publicado en el portal: eastwebside.com

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