Libardo Linarez: El Trabajador Cultural

Análisis, opinión y reflexión10 de abril de 2023 Libardo Linarez

El actor cultural siempre ha sido una pieza apetecible para el activismo político, algunos piensan que una cosa debería estar absolutamente desligada de la otra por  concebirlas incompatibles, pero la realidad es que están intrínsecamente ligadas, y la mejor época de nuestra historia política se debió a que teníamos dirigentes intrínsecamente ligados a la literatura, la filosofía y las artes. Hoy con dificultad un dirigente político organiza un juego de metras por sus falencias para hacer la hueca. Así que se ha visto en la necesidad de apelar al actor cultural para acercarse a ciertos sectores olvidados. No considero esta intención errada, tal vez esté errada la visión sobre la cual se busca establecer un vínculo. Si este se establece en marco del respeto y el reconocimiento mutuo, es mucho lo que se puede avanzar socioculturalmente. Porque la claridad de los términos pueden generar un crecimiento sustancialmente cualitativo y sustantivo para ambas partes y por ende para la sociedad. 


Pero no, el trabajador cultural es y seguirá siendo subestimado porque visión de la clase política de hoy está intrínsecamente ligada al "comercio" y no a la literatura como lo estuvo Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Pío Tamayo, Prieto Figueroa o más cercanamente Arturo Uslar Pietri. 


Esta realidad coloca al actor cultural fuera del escenario político, porque su dirigencia y los partidos no conocen hoy otra filosofía que la "viveza criolla". Esa visión, casi total, de "preservativo" del actor cultural no genera ningún buen augurio. Esto no implica que esta realidad genere algún tipo de conflicto entre los actores que hoy toman partido en la construcción de una nueva Venezuela, pero dice, que puede que de "nueva" no logré tener Nada. 


En este escenario, la tarea del actor cultural como Atalaya social, es advertir sobre este tipo de conducta errada, que la mayoría de las veces es sostenidas en una tesis de meritocracia mal concebida. Porque el actor cultural posee espacios consolidados durante una trayectoria de sinsabores, cuyo único diadema es su credibilidad, y no las siglas desoladas sobre la cual se erige la clase política de hoy.


Estas realidades deberían estimular una reflexión profunda dentro de las organizaciones políticas, sobre la visión sobre la cual estimular una participación cualitativa del actor cultural, ya que éste no adolece de espacios ni de relaciones, no está desnudo, como a menudo solemos ver a muchas organizaciones políticas. 


En lo personal he experimentado muchos acercamientos con diversas organizaciones políticas. Y cuando su narrativa discursiva me ha caracterizado como un gafo, mi acercamiento en alguna etapa de mi vida, me ha permitido aclimatar el ambiente sobre el cual se ha querido construir todo acercamiento. Pero esto no limita la libertad que poseo para reflexionar sobre ello y avisar sobre ciertas distorsiones, que más que ayudar a salir de una crisis, avisan que pudiéramos estarnos acercando a algo Más Oscuro.


Libardo Linarez: Director de la revista cultural Rótulo.

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