AQUÍ, AHORA: Prepotencia imperial y ceguera fanática, los mejores aliados de Maduro

El régimen de Maduro, el PSUV, sus satélites y testaferros se está beneficiando de la brutal política de las cañoneras en el Caribe, ya con 4 lanchas hundidas y 21 tripulantes asesinados. Hasta senadores de Estados Unidos, están reclamando la ilegalidad de esas acciones bélicas contra botes desarmados, sin haber guerra con Venezuela ni autorización del Congreso. Human Raight Watch (HRW) también ha condenado esos crímenes a cielo abierto y difundidos por redes sociales por el departamento de Guerra y la Casa Blanca. Los han condenado vigorosamente Gustavo Petro, desde Bogotá y la Asamblea General de la ONU; la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas; la Alba y la Celac (la OEA no abre la boca); y decenas de gobiernos que no aceptan la tesis del 'narcoterrorismo' como motivación base de ese acoso naval estadounidense contra territorio venezolano, sus bienes y ciudadanos.

Claro, los gobiernos complices y cipayos del gobernante 'trumpismo' estadounidense, celebran estos crímenes y una mayor potencial agresión bélica contra nuestra patria. Les basta -sin vergüenza- asumir la 'designación' por Donald Trump de que Nicolás Maduro es 'líder del Cartel de los Soles' y de la sanguinaria banda 'Tren de Aragua' (tesis que no creen ni en EEUU), para anotarse en la orgía desatada por medios y redes sociales desde Washington y su Comando Sur, que al final del cuento justificará un bombardeo misilístico 'selectivo' (dicen) y el ingreso de tropas estadounidenses a tierras venezolanas, donde definitivamente se les complicará la vida, tan extraordinariamente como lo es esa potencial agresión armada misma.

Eso será la muerte política de María Corina Machado y quienes con propósitos disímiles, aúpan la agresión militar estadounidense, que -como advierte el experto coronel gringo Douglas Macgregor- no será tan fácil y podría generar un desconocido golpe defensivo latinocaribeño, un escenario que ni Marco Rubio y Peter  Hegseth ni sus cipayos quieren evaluar por prepotencia imperial, unos; y por ignorancia o ceguera fanática, otros. Cuando comience 'el plomo', quiero verlos en el escenario de destrucción y ruina que es la guerra. 

Quienes aplauden la 'soñada' intervención trumpista, tienen una larga angustia acumulada desde al menos 2019, cuando el payaso, ignorante y ladrón Juan Guaidó se aventuró con su codicioso jefe Leopoldo López, a autojuramentarse en plaza público como dizque 'presidente interino'. El primero en 'reconocerlo' como tal, fue precisamente Donald Trump, cuyo primer gobierno (2017/2021) motivó la jugada: fue una especie de reposición de 'La Salida' impulsada en febrero de 2014 por Antonio Ledezma, López y Machado, en desconocimiento de la elección presidencial de Maduro en 2013. 

Trump parece venir a terminar la tarea en su segundo mandato, después del estrambótico fracaso de Guaidó y sus usufructuarios. Anda con ínfulas de emperador mundial, a diestra y siniestra, pero aquí puede estrellarse como se ha reventado en apenas 8 meses en casi todos los ámbitos, precisamente por su brutalidad insólita. Este delincuente condenado en su propio país por 35 delitos graves, que ha duplicado su riqueza personal y familiar desde el 20 de enero hasta hoy,  cree en la 'verdad' de su psicopatía senil, que a estas alturas del siglo XXI -en plena decadencia de EEUU como imperio-, le hace creer que puede patear (literal) impunemente a cualquier país del mundo, y que tiene una fila de vasayos desesperados por «besarle el culo», como se atrevió él a decir. 

A estas alturas de este artículo, algunos pensadores binarios no saldrán de su asombro; y los más fanáticos macartistas no aceptarán la irreverencia frente a la brutalidad de sus jefes estadounidenses. Y como «cada ladrón juzga por su condición», pues no faltarán los más mediocres que esperarán la manida acusación: 'se vendió, lo compró el gobierno' y otras sandeces. Me preocupa nuestra patria y nuestro pueblo empobrecido, tantas veces traicionados.

Ese enfermo instalado en la Casa Blanca, se cree sin limites, patea por igual a la Constitución y los derechos ciudadanos de EEUU, desestima los acuerdos internacionales y la ONU le vale un suspiro. Hoy, después de 8 meses y unos días de gobierno, está caído en todas -¡todas!- las encuesta de opinión, pretende ocultar el derrumbe de la economía, y tensa relaciones con el Congreso hasta el cierre presupuestario del Gobierno Federal, en curso. Su impresentable política racista e inhumana contra los migrantes -especialmente contra los latinoamericanos, a quienes tilda de 'delincuentes'-, la militarización de ciudades tan importantes como Washington, Nueva York y San Francisco; y su más reciente humillación a los generales y almirantes reunidos en Virginia, son muestras vivas y lacerantes de los desequilibrios y brutalidades. No es otro Trump quien comanda la avanzada naval y aérea del Comando Sur del Pentágono, en el Caribe. Es el conocido socio del genocida Netanyahu, que arma y encubre la destrucción de Gaza y el agresivo colonialismo sionista en los territorios del Estado de Palestina, ya reconocido por 175 países del mundo.

Trump, que se lleve sus cañoneras. Nosotros -venezolanas y venezolanos- nos encargamos de nuestros graves problemas, en tiempos de tragedia histórica. Maduro debe salir de Miraflores, no porque sea 'líder del Cartel de los Soles' como le achacan irresponsablemente los gringos trumpianos, sino por estar usurpando el poder despues de robarse tan descaradamente la elección presidencial del 28 de julio de 2024. La inmensa mayoría de nuestro pueblo, lo rechaza por fraudulento y por encabezar un régimen corruptos, abusador del poder y violador de los Derechos Humanos con un Sistema de Justicia podrido -cómplice de la represión impuesta- y controlado por el corrupto PSUV, a ritmo de apartheid político.

Ni el madurismo ni el cipayismo le convienen a Venezuela. Sus principales actores han destrozado al país, su economía, los derechos del pueblo trabajador y sus condiciones de vida. Reflexionar responsablemente sobre esta tragedia histórica nos permitirá abrir caminos, sin cañoneras en el Caribe. Maduro, el PSUV, sus satélites y testaferros están derrotados históricamente, y el pueblo venezolano sabrá forjar el rumbo constitucional para volver a triunfar por la vida, la democracia y la justicia social, dentro del indispensable proceso de reconstrucción moral y ética de la función pública. Con ladrones, represores y cipayos, ni a misa.

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