DESORDEN ESPIRITUAL: Un recorrido por la cuerda floja de la Santería

Curiosidades05 de junio de 2025 Evelio Salas
santería

En un reconocido a un reconocido Parque Nacional del Estado  Yaracuy, Venezuela, observamos que tanto aquí en la Montaña de Sorte como en Quivayo, confluyen sin predominancia de una u otra, las creencias religiosas, el mito y la leyenda. Aquí se practica el sincretismo y la ritualidad que atrae a todo aquel creyente o no, del catolicismo pagano, de la brujería y más aún, de la Santería. 

 

Los fervientes adoradores hacen alarde de cualidades mediumnimicas o de transportación, interpretando personajes espirituales desde un vikingo hasta un cacique indígena, sin dejar atrás a la propia María Lionza, al Doctor José Gregorio Hernández, a Juan Vicente Gómez y recientemente  hasta a Hugo Chávez y a una supuesta Corte Malandra. Los personajes de transportación son innumerables, pero el Brujo de mayor prestigio es aquel capaz de interpretar a los nombrados, incluso a Simón Bolívar. No se ve que alguno se atreva a interpretar a Jesús de Nazaret, observación a parte.

 

El resto de los adeptos que acuden, llegan con peticiones: desde el dominio espiritual a su marido apartándolo de sus amantes, pasando por la solicitud de un empleo o crecimiento empresarial, llegando hasta la temida maldición o magia negra contra un fulano o fulana.

 

El paganismo y el catolicismo tienen aquí su lugar de encuentro, pues la adoración a imágenes representando a la Virgen María, a Jesucristo y a todos sus apóstoles son del mismo tamaño  en yeso o madera de la imagen del Indio Guaicaipuro, del negro Felipe o de Bolívar. 

 

Hoy en día, luce mejor decir que alguien es Santero y no brujo o bruja, parece que lo primero es religión mientras lo segundo no es algo estudiado.

 

Los visitantes y curiosos terminan en alto grado aceptando la creencia, al menos dicen: “ de que vuelan vuelan”, otros se van decepcionados, solo distinguieron que se trata de un show derivado luego en estafa.

 

Muchos son, los y las jóvenes atraídos o empujados por personas más adultas a creer en esto. Los problemas, el desempleo, la inestabilidad emocional, la búsqueda de  “protección”  y evitar caer nuevamente en manos de la justicia son sus motivos. También acuden jóvenes que han aprendido el oficio y ganan su dinero con esto.

 

Pero ¿Por qué no evitarse atajos, creencias en santos de yeso y encontrarse preferiblemente en un diálogo amigable y directo con Dios?

 

Pareciera ser que primero hacemos el recorrido largo y tortuoso de la decepción, de la estafa, de la falta de respuesta al milagro solicitado o de deficiente entendimiento de los designios de Dios, escogemos primero el camino de la debilidad espiritual sumiéndose en el licor, el tabaquismo, la droga y la prostitución que estás prácticas conllevan.

 

La gráfica cortesía de Alberto Bello es elocuente. La ritualidad en un ambiente natural montañoso, propio de la cultura indígena, la adoración a imágenes traída por la cultura Europea y el cambio de nombres de los “santos” para ocultar las raíces africanas. Lo que se llamó Obatalå, Elewa, oricha, etc; se llamó luego, santo niño de atoche, San Martín y las repetidas vírgenes.

 

En fin, la leyenda de aquella indígena oculta en la montaña, rememora el mito griego de los cabellos con serpientes y ojos petrificadores de la mujer, finalmente el cristianismo puesto en imágenes. Así es el ser humano, habido de creer, queriendo ser libre a la vez que prefiere estar dominado.

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