Prestigio y referencia

Mar de Fondo: Los traidores

Análisis, opinión y reflexión27 de abril de 2025 Por: Omar González Moreno

La ética en la política no es un accesorio que se pone y se quita según convenga. No es una pose para la foto ni un discurso para engatusar a la gente. Es la columna vertebral de cualquier lucha que se atreva a llamarse justa.

Los traidores


En Venezuela, esa lucha es una guerra por rescatar la democracia, despedazada durante años por una dictadura que ha destrozado instituciones, aplastado libertades y condenado a un pueblo entero a hurgar en la basura para sobrevivir. Aquí no hay espacio para tibios ni para vendidos. ¡La traición no se perdona, y punto!


El 28 de julio de 2024 no fue una simple votación. Fue un rugido ensordecedor de un pueblo que, harto de vejaciones, se plantó firme y dijo: “¡Basta!”. Ese día, millones de venezolanos, con el coraje que da el hambre y la esperanza, no solo eligieron a Edmundo González como presidente, sino que proclamaron a María Corina Machado como la líder indiscutible de una transformación moral y política en Venezuela. 


Fue un mandato claro, limpio y sagrado. Un puñetazo en la mesa que retumbó en cada rincón del país: queremos libertad, queremos justicia, queremos vivir.


Ahora, pretender que ese pueblo, todavía sangrando por el robo descarado de su victoria, se arrastre para participar en una farsa electoral regional, es un insulto que clama al cielo. Es como escupirle en la cara a cada hombre y mujer que desafió el miedo, las amenazas y las trampas para votar el 28 de julio.


 Inscribir candidatos en esta payasada es una grave falta fe lealtad; es arrodillarse ante un régimen que se ríe de la voluntad popular. Es aceptar jugar con sus dados cargados, cuando ya demostramos que podemos ganar sin sus reglas podridas. ¡Es traición, pura y dura!


El pueblo no está cansado, como dicen los oportunistas de pacotilla. Está herido, está furioso, está de luto por un triunfo que le arrancaron a la fuerza. Pedirle que supere ese dolor y se preste para otra burla electoral es una bofetada a su inteligencia, a su sacrificio y a su dignidad. Es como decirle a alguien que, tras perder su país, su hogar, su familia, su todo, sonría y juegue otra partida con los mismos verdugos. ¡Vayan al infierno con esa basura, traidores! La única postura decente, la única coherente, es respetar el voto del 28 de julio, pelear con uñas y dientes por ese mandato, y no ceder ni un centímetro hasta que el pueblo sea escuchado y respetado.


Participar en esta farsa no es solo un error táctico; es una puñalada al corazón de la lucha. Es renunciar a la ética, al honor, a la razón misma de pelear. Quienes se presten a este circo no solo traicionan a los venezolanos, sino que se condenan al basurero de la historia. Que les quede claro: el pueblo no es estúpido, no olvida, no perdona. 


El 28 de julio marcó un antes y un después, y los que pretendan hacerse los locos, los que elijan la comodidad o el oportunismo por encima de la justicia, serán barridos por la marea de un pueblo que ya despertó. 


No se negocia la dignidad. No se transa con el dolor. No se juega con la esperanza. El pueblo venezolano, con su voto, su rabia y su inquebrantable voluntad, ya habló. Y su dignidad, más dura que el acero, prevalecerá. 


¡Al diablo con los traidores que quieran doblegarse!

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