
Así fue el Adiós Silencioso de Colombia al Senador Miguel Uribe Turbay en la Plaza de Bolívar
OBITUARIOS - 13 de agosto de 2025 Gladmar Vivas
La Plaza de Bolívar, corazón político y cultural de Colombia, se vistió de un silencio inusual, roto solo por el murmullo de oraciones, el susurro de las flores depositadas y el eco de los pasos de miles de colombianos que acudieron a despedir al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay.
El joven líder del Centro Democrático, fallecido el 11 de agosto tras 64 días de lucha contra las heridas de un atentado en su contra, fue homenajeado en una ceremonia cargada de solemnidad, dolor y un profundo sentido de unidad, aunque no exenta de tensiones.
Desde las 8:30 de la mañana, el Salón Elíptico del Capitolio Nacional abrió sus puertas al público. Cientos de ciudadanos, en filas ordenadas y vigiladas por más de 600 policías, ingresaron en grupos de 15 para rendir homenaje al senador. El féretro, cubierto con la bandera tricolor de Colombia, estaba flanqueado por soldados del Batallón Guardia Presidencial, mientras que las banderas ondeaban a media asta en señal de luto nacional.
Los asistentes, algunos con lágrimas en los ojos, dejaban flores blancas, se persignaban o murmuraban oraciones antes de despedirse. La atmósfera era de un respeto casi sagrado, como si el tiempo se hubiera detenido para honrar a un hombre que, a sus 39 años, representaba la esperanza de muchos.
La familia del Senador Uribe
María Claudia Tarazona, esposa de Uribe, junto a su pequeño hijo Alejandro y su suegro, Miguel Uribe Londoño, encabezaron los momentos más emotivos. La imagen de Tarazona abrazando a su suegro frente al féretro, captada por los medios, conmovió al país. “Se fue un hombre maravilloso que soñaba con la paz y la unión de Colombia, con un país donde ningún niño repitiera la historia que hoy su hijo está repitiendo”, expresó Tarazona con voz quebrada antes de la llegada del féretro al Capitolio.
Su declaración, cargada de dolor, pero también de un llamado a la no violencia, resonó profundamente entre los presentes.
Destacados que asistieron
El exsenador Humberto de la Calle, visiblemente afectado, calificó el asesinato de Uribe como “tremendamente triste” y un “retroceso” para Colombia. “Pido unidad y tranquilidad, rechazar el fanatismo. El acuerdo de paz de 2016 bajó la violencia, pero aún nos falta construir mecanismos de respeto a la oposición”, afirmó, recordando la importancia de proteger a quienes ejercen la política.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, Julián David López, destacó la resiliencia del país: “Colombia no va a ceder ni un centímetro ante la violencia. Este magnicidio nos duele, pero nos fortalece para seguir luchando por la democracia”.
Tensiones controladas
La jornada no estuvo exenta de tensiones. En la fila de asistentes, cánticos contra el presidente Gustavo Petro irrumpieron momentáneamente, respondidos por gritos de seguidores de su Pacto Histórico contra el Centro Democrático. Sin embargo, el clamor por “Uribe, Uribe, Uribe” acalló los enfrentamientos, y la multitud volvió a centrarse en el homenaje.
María Victoria Cebrián, una bogotana que acudió al velorio, expresó su sentir: “Vine a despedir a un hombre que no merecía esto. Hubiera votado por él en 2026”. Otro asistente, Luis Alfonso Castellanos, añadió: “Uribe merecía estar en el Congreso, en la Casa de Nariño. Su muerte es una pérdida para todos”.
Otras figuras publicas
Entre las figuras públicas presentes, destacaron los expresidentes César Gaviria y Juan Manuel Santos, este último acompañado de su esposa e hijo. El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, y el jefe de la misión diplomática de EEUU, John T. McNamara, también acudieron, junto a congresistas de diversas fuerzas políticas.
La ausencia notable de altos representantes del gobierno, salvo el ministro del Interior, Armando Benedetti, y la directora del Dapre, Angie Rodríguez, generó comentarios, especialmente tras la salida de la familia de Uribe del Salón Elíptico al llegar estos funcionarios.
Más detalles
El velorio, que se extendió hasta las 7:30 de la noche del 12 de agosto, marcó el segundo de tres días de honras fúnebres.
El 13 de agosto, tras un homenaje privado en el Congreso, el féretro fue trasladado a la Catedral Primada de Colombia, donde el cardenal José Luis Rueda Aparicio ofició una misa exequial.
El último adiós
Posteriormente, un cortejo fúnebre recorrió el centro de Bogotá hasta el Cementerio Central, acompañado por la guardia presidencial y miles de ciudadanos que, con pañuelos blancos, dieron su último adiós a un líder cuya vida fue truncada, pero cuya memoria permanece como un llamado a la unidad y la paz.
En palabras de María Carolina Hoyos, hermana del senador, “había visualizado a Miguel saliendo de la clínica con su hijo Alejandro”. Ese sueño no se cumplió, pero el legado de Miguel Uribe Turbay, según quienes lo conocieron, seguirá vivo en la lucha por una Colombia más justa y segura. La Plaza de Bolívar, testigo de tantas historias, guardará para siempre el eco de este adiós.



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