César Guillen: El liderazgo laboral, ante el fracaso del sindicalismo socialista

La principal responsabilidad de los dirigentes del sector laboral, es que los trabajadores ocupen los espacios que le pertenecen en la sociedad, ese es el reto… No otro.

En el principio del siglo 20, los incipientes sindicatos españoles presenciaron un gran incremento del terrorismo en algunas regiones del país, utilizando las protestas laborales como excusas, los responsables de esos ataques eran sectores de la extrema izquierda que dentro del llamado anarco-sindicalismo pregonaban el igualitarismo y la destrucción del capitalismo. Eran las ideas tomadas de los comunistas rusos del 1917, quienes las exportaron a toda Europa y que luego llegaron a la emocional y atrasada Latinoamérica.

Estos militantes desarrollaron una lucha violenta por el control del sindicato, y que en nada tenía que ver con las estrategias de los trabajadores industriales con sus huelgas pacíficas, disciplinadas, y con objetivos concretos de mejoras económicas y de trabajo. A los comunistas, solo les interesaba utilizar al movimiento obrero como punta de lanza para sus fines políticos. Esta breve reseña, sirve para ilustrar que históricamente desde sus inicios, la extrema izquierda ha infiltrado al movimiento de los trabajadores, distorsionándolo.

Una vez en control de ellos, los debilitan con mecanismos tales como el control social, el trabajo precario y en particular las amenazas. Estos dirigentes son esencialmente militantes de algún grupo político de izquierda. No hay posibilidad de mejoras, pues su misión es que el engranaje político se mantenga intacto. En la actualidad y en los países de instituciones democráticas débiles y de un alto índice de carestía social como en Latinoamérica, este método sigue utilizándose a medida que la crisis económica y social aumenta.

El uso degastadas fórmulas para renombrar al movimiento de los trabajadores tales como: El proletariado sindical; Vanguardia obrera esclarecida; Trabajadores socialistas; fuerza trabajadora revolucionaria, y hasta la más grotesca como la del “Presidente obrero”, solo denota que en nada se ha avanzado en una verdadera independencia de este fundamental sector social, desde el inicio de esas luchas en el siglo pasado.

Como la mayoría de las instituciones sociales en Latinoamérica, dependieron siempre de los incipientes partidos populistas, estos comenzaron a ejercer el control sobre los trabajadores y los campesinos, sectores más débiles de la sociedad conservadora tradicional de nuestra región. Esto dio origen al sindicalismo tal como se conoce, es decir bajo el control de los partidos políticos. Si bien es cierto que esta fue la forma para ocupar un espacio de lucha en nuestras inestables democracias, también les impidió a los trabajadores, desarrollarse con fuerza propia y evitar la dependencia que han mantenido con los partidos.

Esa estrategia de utilizar al movimiento de los trabajadores como palanca con fines electorales, hace que el trabajador siga en desventaja en los espacios de participación pública, en la capacitación ante los avances de la tecnología y en el incremento de los beneficios sociales y salariales respectivos. Una región donde los únicos beneficiarios de las riquezas naturales y las del producto del trabajo, han sido los aprovechadores políticos, simples parásitos que en su vida han conocido lo que es una dura jornada de trabajo diario o por turnos.

 
El movimiento de los trabajadores por reconstruir, debe ser una organización política moderna, diseñada para actuar en el mundo globalizado, conformada por venezolanos ligados a la sociedad del trabajo. Una organización que debe asumir el compromiso de luchar con firmeza, talento, tenacidad y desprendimiento, para lograr así, transformar al país en un estado democrático, de trabajo, de justicia e industrializado.