CREYENTES O NO: Capítulo 67: EL DÍA Y LA HORA NADIE LO SABE

MATEO: 24: 36
DEL REGRESO DEL HIJO DEL HOMBRE

29 Tan pronto como pasen aquellos días de sufrimientos, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar su luz, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales temblaran.

30 Entonces se verá en el cielo la señal del hijo del hombre, y llenos de terror todos los pueblos del mundo lloraran y verán al hijo del hombre que viene en las nubes del cielo con gran poder y gloria.

31 Y él mandará a sus ángeles con una gran trompeta, para que reúna a sus escogidos de los cuatro puntos cardinales, desde un extremó del cielo hasta el otro.

32 Aprendan está enseñanza de la higuera: cuándo sus ramas se ponen  tiernas, y brotan sus hojas. Entonces se dan cuenta ustedes de que el verano está cerca.

33 De la misma manera, cuándo vean todo esto, sepan que el hijo del hombre ya está a la puerta.

34 Les aseguro que todo esto sucederá antes que muera la gente de esté tiempo.

35 El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras no dejarán de cumplirse.

36 En cuánto al día y la hora nadie lo sabe, ni aún los ángeles del cielo, ni el hijo, solamente lo sabe el Padre.

COMENTARIO

Cristo predice la destrucción y la ruina total y futura del templo. Una crédula visión por fe de la desaparición de toda gloria mundanal, nos servirá para que evitemos admirarla y sobre valorarla. El cuerpo más bello será pronto comido para los gusanos, y el edificio más hermoso un montón de escombros. ¿Ver estás cosas? Nos hará bien que las miremos, como viendo a través de ellas y viendo el fin de ellas. Nuestro Señor habiéndose ido con sus discípulos al monte de los olivos,  puso ante ellos el orden de los tiempos en cuanto a los judíos, hasta la destrucción de Jerusalén, y en cuanto a los hombres en general hasta el fin del Mundo.

SEÑALES ANTES DEL FIN.

Cristo predice su segunda venida, es habitual que los profetas hablen de cosas cercanas y a la mano para expresar la grandeza y certidumbre de ellas, en cuanto a la  segunda venida de Cristo, se anuncia que habrá un gran cambio para hacer nuevas todas las cosas, entonces verán al hijo del hombre que viene en las nubes. (Mateo: 24: 30)

En su primera venida fue puesto como señal que sería contradicha, pero en su segunda  venida, una señal que debe ser admirada. Tarde o temprano, todos los pecadores se lamentarán, pero los pecadores arrepentidos miran a Cristo y se duelen de una manera santa; y los que siembran con lágrimas cosecharan con gozo dentro de poco. (Juan: 4: 36 37) 

Los pecadores impenitentes verán aquel que traspasaron, aunque ahora ríen, entonces lloraran y lamentaran, con horror y desesperación interminable. Los elegidos de Dios están dispersos por todas partes; los hay en todas partes y en todas las naciones, pero cuando llegue ese gran día de reunión, no habrá ni uno solo de ellos que falte, la distancia del lugar no dejará a nadie fuera del cielo, (Mateo: 24: 30.31) nuestro Señor declara que los judíos nunca dejarán de ser un pueblo distinto hasta que se cumplan todas las cosas, que había predicho sus profecías llegan hasta el día del juicio final, por tanto aquí el versículo 34 anuncia que Judá nunca dejará de existir cómo un pueblo distinto. (Mateo: 24: 34) mientras dure este mundo. 

Los hombres del mundo conspiran y planean de generación en generación, pero no planean con referencia al hecho de la segunda venida de Cristo, que se acerca sobrecogedor, el cuál terminará con toda estratagema humana, y echara para siempre todo lo que Dios prohíbe. Ese será un día tan sorpresivo como el diluvio para el mundo antiguo. (Génesis: 7: 1) 

Aplíquese esto, primero, a los juicios temporales, particularmente al que entonces llegaba apresuradamente a las naciones y al  pueblo judío. Segundo, al juicio eterno aquí Cristo muestra el estado del mundo antiguo cuándo llegó el diluvio; y ellos no creían. (Mateo: 24: 38.39) 

Si nosotros supiéramos correctamente que todas las cosas terrenales deben pasar dentro de poco, no pondríamos nuestros ojos y nuestro corazón en ellas como lo hacemos.

¡Que palabras pueden describir con más fuerzas, lo súbito de la llegada de nuestro Salvador! Los hombres estarán en sus respectivas ocupaciones y, repentinamente se manifestara el Señor de la gloria, las mujeres estarán en sus ocupaciones doméstica, pero en ese momento todas las obras serán dejadas de lado, y todo corazón  se volverá adentró y dirá, ¡Es el Señor! -- ¿Estoy preparado para encontrarlo? -- ¿Puedo estar ante él? Y de hecho, -- ¿Que es el día del juicio para todo el mundo, si no el día de la muerte de cada uno? (Ezequiel: 18: 4.)

Velar por la venida de Cristo es mantener el temperamento mental en que deseamos que nos halle nuestro Señor. Sabemos que tenemos poco tiempo para vivir, no sabemos si tenemos largó tiempo para vivir; mucho menos sabemos el tiempo fijado para el juicio.- la venida del Señor será feliz pará los que estén preparados pero será muy espantosa para quienes no lo estén si un hombre que profesa, ser Cristiano es incrédulo, codicioso, ambicioso o amante del  placer será cortado.

Quiénes escogen por porción el mundo en esta vida, tendrán el  infierno como porción en la otra. Que nuestro Señor, cuando venga nos sentencie, bienaventurados y nos presente ante el padre, lavados en su sangre, y purificados por su Espíritu, y aptos para ser partícipe de la suerte de los santos en luz Amén.

HERMANO:
LUIS PRIMERA

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